domingo, 13 de febrero de 2011

El argentino de Valparaíso

Esta historia tiene un punto de conexión con la del primer francés, pero solo habitacional, no temporal…
En las vacaciones en Chile, además del francés, conocimos a 6 flacos argentinos que estaban viajando por Mendoza y por Chile, y coincidimos todos en el mismo Hostel, más precisamente, en la misma habitación (eran de 12 personas las habitaciones, con cama cucheta, al estilo Servicio Militar).
La verdad es que yo a los flacos no los registré a ninguno, ya que mi atención estaba puesta en el Viejo Continente. Aparentemente, había buena onda con mis amigas, pero yo no sabía ni los nombres (francamente, en ese momento, no me interesaba tampoco).
A la vuelta del viaje, un viernes a la noche mi amiga me escribe por mensaje de texto:
“Hoy nos encontramos con los chicos de Chile, no sé donde, pero los vemos”
La verdad es que tenía cero ganas de verlos, y de aprenderme los nombres y las caras. Me puse la ropa que encontré más rápido (o sea, cualquier cosa, que es siempre un jean y una remera) y me tomé el bondi para Capital.
Nos encontramos en Jack the Ripper, tomamos algo y bueno, es sabido que con el alcohol la conversación fluye, a pesar de que estés sentada con 5 extraños.
En un momento uno de ellos (lo vamos a llamar Q) me separa del resto y le dice a los demás:
“Yo me la llevo, que ella y yo tenemos algo que discutir…”
Y me pasa la manito por el hombro y me redirecciona el rincón de los sillones, y ahí no se que empezamos a hablar de que a los perros hay que tenerlos en parques, porque encerrados sufren. Que en la vida hay algo más que el trabajo, como viajar. Que Platón y Sócrates, y la mar en coche. Y en una me dice:
“Vos me tenías que haber dado bola a mí en Chile”
Hola. Recién te ubico. Mi nombre es L, el tuyo es…?
“Bueno, mirá, yo estaba con Oli en Valparaíso”
“Si ya sé, todos te vimos”
OH. Qué momento. Y bueno, era una habitación de 12, era un riesgo que había que correr…
La cosa es que me lo besé. De ahí nos fuimos todos a fumar algo a la 9 de Julio y de ahí, cada uno para su casa.
El tema es que todos seguíamos en contacto, así que nos encontramos en un par de fiestas Clandestinas y en otras de Piso Compartido. En una de estas fiestas me lo besé también, y apenas nuestros labios se separan me dice:
“No, pará, vamos a bardear”
Yo no iba a bardear nada, el problema lo tenía él con su conciencia y su novia.
“Ahhh, Q, tenés miedo”
No sé porque se me dio por decir tal boludez, pero la reacción fue la misma que cuando a Mc Fly le dicen “gallina” en Volver al Futuro.
“Yo no tengo miedo”
“AHHHH tenés miedo! Bueno, no importa, es natural que tengas miedo. Tendrías que hablarlo con tu psicólogo…”
“Psicóloga”
Y ahí empecé a delirarlo ininterrumpida y sistemáticamente con el tema del miedo. En otra fiesta, más adelante, nos encontramos y también se hacía el histérico. En una que estábamos bailando, le dije:
“Bueno, mira, basta de boludeo. Me vas a dar un beso o no? Porque sino no gasto energía y me voy”
No sé qué sarasa me contesta, eludiendo su deber y mi derecho adquirido al beso. Y ahí lo bardeo de nuevo con el miedo, y lo mando a la psicóloga.
Otro encuentro, meses después, en Niceto Vega. Estábamos todos, pero a este punto yo ya había desviado mi interés hacia otro de los chicos del grupo (llamémoslo P). No había respuesta de este otro flaco, obviamente era unilateral el tema, para variar...
La cosa es que -ahora no recuerdo como- llegamos de vuelta a los besos con Q. Y de nuevo teníamos que parar porque iba a bardear. Y de nuevo yo a decirle que tenía miedo. Y entonces en un momento me cansé del histeriqueo y le dije:
“Ahh me tenés cansada ya con tanta historia”. Y me fui.
Y un rato después, estoy caminando por adentro del boliche, me agarra Q de un brazo, y me dice:
“Vamos a mi casa ahora”
Y yo, que soy taaaaaan difícil, le digo:
“Para, no es tan fácil, tengo que hablar con las chicas”
“Ok. Te espero en la puerta”
Mi amiga estaba en el baño, y a través de la puerta le grito:
“Estas ahí?”
“Si, que pasó”
“Me voy con Q”
“Pero pará, pensa que si te vas, no va a pasar nada con P y …”
“Sisi, me voy”
Y me fui a su departamento en la calle Camarones. Estuvo mejor descubrir que existe una calle con ese nombre en Capital que lo que vendría después…
Y ahí me di cuenta que torpes son los hombres para ocultar las cosas. En el acto se me perdió un aro, así que se lo hice saber.
“Si lo encuentro, te lo doy”
“No lo digo por el aro, lo digo por tu novia…”
“Ah, gracias”
De nada. Que seas feliz con mi aro de plástico y con tu novia cornuda.
Después lo volví a ver una o dos veces más, y me besé a un amigo de él, que no era P, sino otro. Creo que ahí no estuve muy bien…

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