viernes, 15 de abril de 2011

El segundo niño, la revancha (parte II)

Una vez estrenado el sommier, me dije: “Hay que amortizar los 1100 pesos que me costó…” así que nos vimos un día más entre semana, y luego un 8 de julio, en el que nos juntamos todos en mi casa porque después teníamos un cumpleaños en El Perro Andaluz, a unas cuadras de casa.

Quedamos en que mejor no le decíamos nada a nadie, y tratamos de fingir que estaba todo bien como amigos. Pero eso de subestimar a la gente por un lado, y creerse hábil para disimular situaciones embarazosas por otro, nunca funciona. Más tarde me enteraría que todos, incluso hasta el portero, se dieron cuenta de que habíamos retomado “la relación”.

Ese día también se quedó a dormir, e incluso se trajo un equipo NOC con cepillito y pastita de dientes que acababa de comprar en el Farmacity. Y ahí fue cuando le pregunté:

“Che y que le decis a tu viejo que no volves a dormir a tu casa?”

Nótese que el pibe tenía 21, es decir, un pibe. A esa edad todavía das explicaciones si no volves a dormir a tu casa…si no sos un rebelde way, cosa que este pibe no era.

“Ah, nada, le dije a mi viejo que estaba saliendo con alguien.”

Ah. Y ese alguien con quien estaba saliendo era yo. OK. Que conste en actas que yo no etiqueté la situación…

A la semana siguiente, un miércoles me tira algo así por MSN:

“Estoy saliendo de la facultad, puedo pasar por allá, puedo estar en 40 minutos.”

“No, mira, tengo yoga… puede ser otro día?”

Cuando cambiás a un flaco por la clase de yoga, estás en problemas.

“Si, obvio, no quiero que dejes de ir a yoga…Además tengo que ver a un amigo después… Bueno, nada, hablamos.”

Así que me fui a hacer el saludo al Sol y a estirar los huesos con la gente de la tercera edad. Nos vimos luego un viernes, antes de otra reunión con la gente de baile. Vino para acá, charlamos un rato pero el flaco estaba raro.

“Estas bien? Pasa algo?”

“Si, no, bah, estoy preocupado por un tema de la facultad…”

Comprensible. Raro, pero comprensible.

Nos fuimos a la reunión, y seguimos pretendiendo que no pasaba nada, a pesar de que llegamos juntos (si, subestimé demasiado a la gente, nadie es tan idiota para no darse cuenta de tales obviedades)

Cuando nos íbamos, antes de subir al taxi, le dije:

“Venis?”

“No… me voy a casa que mañana me quiero despertar mañana para estudiar.”

“Bueno…”

Yo ya daba por supuesto que venía, era parte de la amortización de la compra del sommier… 
pero bueno. Si tenía que estudiar, tenía que estudiar.

Cuando llego a casa, me quedó dando vueltas la cosa en la cabeza. Entonces le mando un mensaje de texto:

“Che, estas preocupado por la facultad o es algo más?”

“Nada, estoy siendo un jodido de mierda. Mañana te explico”

“OK, espero que no sea nada grave”

Al otro día me manda un mensaje a eso de las 5 de la tarde, para ver si iba a estar en mi casa, para pasar a hablar.

Viene, se sienta en la mesa y yo en el sillón y me dice:

“Mira, estuve pensando y creo que no quiero que nos veamos más”

“O key … Pasó algo?”

“Es que no me siento cómodo con vos…”

“Soy yo, L. Nos conocemos hace 3 años, que es lo que te hace sentir incomodo? No soy una 
desconocida”

“No sé, solamente no me siento cómodo…”

Y eso que el sommier era nuevo y de resortes…mirá si lo hacía dormir en el sillón!

“Además, me parece que vos estás más enganchada de lo que estoy yo”

PERDONNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNNN! Quien le dijo a su padre que estaba saliendo con alguien??

“Mira, hacé lo que quieras… si no estás cómodo, no estás cómodo y punto. Nadie tiene que estar en una situación que no quiere contra su voluntad. Y respecto a lo de no estar enganchado, solamente van dos semanas y nos vimos cuatro veces. Creo que deberías darle un poco de tiempo…Además, te tomaste un trabajo previo de la puta madre viniendo a las clases, hablándome por MSN, yendo a la fiesta. Todo ese chamuyo previo para dos semanas…?”

“Si, bueno, que se yo, se dio, pintó…”

“Naaaaaaaah, no me vengas con el `pintó´ como si fueras mi hermano. No soy una minita del boliche, soy yo, ok? Y no pintó, vos lo buscaste.”

“Si, tenés razón, pero…”

Sarasa sarasa. Yo estaba ahí sentada en el sillón un sábado a la noche, viendo como un púber de mierda me cortaba a mí. A MI. Que desde que retomamos la historia había pensado que era yo la que me iba a aburrir del flaco en 3 horas...

“Esto es una venganza por la vez anterior, no? Es el karma…”

“No, nada que ver…”

Yo me di cuenta cual era el problema: el niño me había idealizado demasiado, y cuando se dio cuenta que era una simple mortal de carne y hueso, con celulitis y con mal aliento a la mañana, se dio cuenta que yo no era una Diosa que descendía del Acrópolis, sino una mina común que bajaba en ascensor desde el noveno piso de un edificio de San Telmo.

Lo único rescatable de la situación fue que me lo dijo antes de las vacaciones de invierno, que yo me iba a Chile sola. Así que se lo agradecí, y le dije:

“Bueno, está todo bien. Te acompaño a la puerta?”

“Bueno”

Y ahí bajamos del Acrópolis a la dura realidad de una calle de San Telmo. Nos saludamos y le dije en la puerta:

“La verdad, te viniste desde Caballito hasta acá solo para decirme esto… me lo hubieras dicho ayer, te ahorrabas el viaje”

Lo saludé y se fue. Me quedé sola en mi casa, no sabiendo si reirme de la situación o ponerme a llorar. Decidí no deprimirme demasiado, después de todo, había que reconocer lo positivo de toda la situación: finalmente había estrenado el sommier!

Y esa noche decidí darle un mejor uso a mi habitación: me puse a ver The Hangover, me tomé un Fernet y me reí demasiado…

viernes, 8 de abril de 2011

El segundo niño, la revancha (parte I)

Todo vuelve en la vida, y todos se merecen una segunda oportunidad. Lo creo firmemente, todos tienen el beneficio de la duda la primera vez, por ejemplo: hizo lo que hizo porque estaba borracho o porque es un pelotudo, independientemente del alcohol en sangre? Y bue, veamos que pasa la segunda vez…

El segundo niño volvió a irrumpir en mi vida. Yo ya no iba más a clases de rock, pero ocasionalmente nos juntábamos con el grupo reducido que había quedado de aquellos días de gloria.

La cosa es que creo que empezó a hablarme por MSN él, boludeces seguramente. Y yo contestaba amablemente. Y entonces un día le comenté que iba a empezar clases en otro lugar, y se enganchó en las clases los sábados a la tarde. Fuimos dos o tres sábados y después arreglamos para ir a una fiesta de Rock en el Hotel Bauen.

Yo, sinceramente, no sabía muy bien cómo manejar la situación, dado lo que había pasado entre nosotros. Pensé que, habiendo pasado tres años, el niño lo había superado y se comportaría como un adulto. Error.

Fuimos a la fiesta, bailamos bastante y en un momento estábamos sentados charlando y no sé qué boludez digo y me tira la mano arriba de la rodilla. Hizo lo que con mis amigas conocemos como un piernis. Y ahí me di cuenta que tenía que irme. Así que al rato digo:

“Bueno, che, yo me voy yendo”

“Espera que nos vamos juntos…”

Salimos a Corrientes y yo tengo que ir para el lado de San Telmo y él para Caballito, así que le digo:

“Bueno… nos vemos eh!”

Pero sigue caminando al lado mío, como si la marea hubiera arrastrado su casa a mi barrio. Y a la cuadra insisto en romper la caminatita, y cuando intento saludarlo me tira para el besito de novios. Y ahí le doy vuelta la cara, nuevamente, y le digo

“Ahhhh yo sabía que esto iba a pasar!”

“Jajaja”

De que se reía, no sé.

“De qué te reís?”

“Nada, de vos, te pones nerviosa”

“Y si, o sea, ya pasaron 3 años, qué, no aprendiste nada?”

“Si, pero esto me divierte”

Un sádico.

Y de Corrientes a Callao al Obelisco tratando de disuadirlo de que no valía la pena volver a intentar esto, sabiendo que ya había fracasado. Que se busque a alguien de su edad, que yo me aburro rápido de las cosas y que no me gustan los chicos buenos como él. Y él, haciéndose el gracioso y riéndose todo el camino. No había manera de hacerlo entrar en razón, por más que le dijera que tenía lepra y ladilla.

Así que tuve que tomar medidas drásticas y besármelo, no tuve más remedio. Y para ver si se curaba de su estupidez, le dije que se quedara a dormir en mi casa…

Lo más gracioso fue que cuando llegamos le dije, con cara seria y todo:

“Mira, yo no estoy lista para que hoy pase nada…”

Estaba depilada, no estaba indispuesta, vivía sola y tenía un sommier de dos plazas a estrenar en mi pieza… por qué razón no iba a estar preparada??? Tengo 28 años, no 13!!

Así que cuando nos acostamos, prácticamente lo violé. Una histérica, lo sé.

Y bueno, al otro día nos levantamos y parecía que estaba todo bien. Solo era cuestión de ver cuánto duraba esta vez…