domingo, 19 de diciembre de 2010

El parapsicólogo

A veces uno duda si las amigas te quieren o te odian. Una de mis amigas de la primaria no tuvo mejor idea que presentarme un amigo de un amigo de ella, que conoció en Bellas Artes. Bueno, pensé, qué puedo perder, no? Una mancha más al tigre...
Fuimos a una fiesta en una casa y cae el pibe. Vestido con un tipo de uniforme verde militar, con pins de todos los tamaños y colores posibles esparcidos por la chaqueta, usando zapatos (si, za pa tos lus tra dos) de cuero. Freaky total. Profesión? Parapsicólogo. Aparentemente, hay gente que vive de eso… Uno se mata estudiando 6 años una carrera universitaria para que después venga uno de estos manosantas truchos a contarte qué mal te va a tratar la vida en el futuro y que conocerás al hombre de tu vida viajando en el 24 un jueves a las 7 de la mañana. Y te cobre por eso, claro.
El pibe se sienta a la mesa y empieza a hablar de experiencias paranormales y cosas raras, y se arma un círculo alrededor del chabón y todos a escucharlo. Casi una escena de Beetlejuice, faltaba que se tomaran todos de la mano y empezaran a bailar.
Después entablamos conversación y coincidimos en que a los dos nos gustaba el animé, más precisamente, Los Caballeros del Zodíaco. Y charla va, charla viene, llega la hora de ir a bailar. Me dice el flaco:
“No te podés ir a bailar, la gente que va a bailar es superficial”
“Mira, nos acabamos de conocer. Yo no soy superficial por ir a bailar. Y me voy, vos hacé lo que quieras
La cosa que vino al boliche también. Una vez adentro, nos besamos un rato y cuando salimos un toque al patio a tomar algo, me sienta en una mesa y me dice:
“Bueno, quiero saber qué pensás de esta relación”
Ah, es una relación… después nos acusan a nosotras de ir rápido.
“Mirá, apenas te conozco, no sé qué pensar todavía. No sé qué onda…”
La cosa es que el pibe, a pesar de este comentario pelotudo, me había parecido interesante, pero, como se sabe, los hombres pueden pasar de ser interesantes a ser unos pelotudos importantes en cuestión de segundos, y este caso no fue la excepción.
Nos volvimos a encontrar un día a la luz del día en la Peatonal de Quilmes, y al verlo vestidito con su disfraz militar de nuevo, pins incluidos, me acordé de algo que siempre dice mi vieja:
“A la noche, todos los gatos son pardos”
Recuerdo haberme imaginado una cena familiar con mis viejos y mi hermano, que es un cortamambo bárbaro, diciendo:
“Mama, Papa, mi novio, el parapsicólogo”
Mi viejo me hubiera desheredado en ese mismo instante. Y me lo hubiera tenido bien merecido.
Entramos a tomar algo a un bar y me sale con lo siguiente:
“Si vamos a salir, yo no quiero que vayas más a bailar”
“No, mira, vos me conociste así, yo voy a seguir yendo a bailar si tengo ganas”
“La gente que va a bailar es superficial”
De nuevo con lo mismo. Y agrega:
“Si vos salís a bailar y estás con alguien, quiero que vengas y me lo cuentes. Quiero que seamos sinceros”
“Sisi, claro…”
Al sábado siguiente me fui a bailar y me transé un pibe…y esa fue el fin de la experiencia extrasensorial. Y nunca más deje que mi amiga me presentara a nadie más.

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