martes, 7 de diciembre de 2010

El primer amor

Esta historia es bastante normal, es el típico noviecito de la secundaria. Yo tenía 14 años y él 15.
Nos conocíamos desde Jardín de Infantes. Y realmente ahora no puedo recordar cómo empezó todo… los que son de mi edad, sabrán disculpar y entender mi incipiente Alzheimer.
Salimos 7 meses y 10 días, en dos tandas: primero 3 meses y 10 días, momento en el que me dejó porque pensaba que a mí me gustaba otro flaco al cual yo casi ni conocía, un primo de una compañera nuestra (tan poco lo conocía que pensaba que, en vez de primos, eran novios).
Obviamente que no me dijo que era por esto en el momento del break up (esto lo supe mucho después), pero en el interín en que estábamos distanciados qué sucede: me transo (termino noventoso) a este pibe en el cumpleaños de mi mejor amigo, estando mi ex presente. Previo el beso, recuerdo entrar al baño y encontrar a mi ex y al pibe en cuestión hablando, sentados uno sobre la bañera y otro sobre el inodoro. Aparentemente, uno le estaba pidiendo permiso a otro para transar conmigo…
Este día fue definido por mi ex como “uno de los peores días de su vida, después de la separación de sus viejos…”
Cómo a los 15 años una cosa que hoy te parece una repelotudez, como que tu ex se bese un flaco, se te hace el fin del mundo… “el peor día de mi vida…” Pero si tenés 15 años! Sabés todas las Cindor que te faltan, nene…
Pasa el beso, pasa el cumpleaños y tampoco recuerdo muy bien cómo (pasaron 13 años!), pero a los dos meses estábamos saliendo de nuevo.
Al cuarto mes puntual lo corté yo, no recuerdo ahora por qué razones trascendentales y filosóficas que se me cruzaron en ese momento por la cabeza… seguramente el horario de nuestras salidas interfería con la hora en que Sony emitía Dawson´s Creek.
Y bueno, creo que nos besamos un par de veces más, pero nada más, y hoy en día lo sigo viendo en las fiestas reencuentro de la secundaria. El me habla de su novia y yo… bueno, yo hablo de otra cosa.
Y al tercero en discordia todavía lo veo, porque vive a la vuelta de la casa de mis viejos, con su señora. Y nos saludamos y charlamos del clima, como dos perfectos desconocidos…

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