domingo, 27 de febrero de 2011

El chico cucharita de té (parte I)

A veces tenés que escuchar a la gente, y a veces simplemente no. Mucha gente habla por hablar, y cuando se trata de hacerte pareja con alguien, no se fijan con quién, solo te quieren enchufar al que está más cerca. Y eso hizo mi compañera de laburo.
Entra un día a la oficina y dice:
“AHHH tengo un chico para vos, L” (y aplaude y pone cara de feliz cumpleaños, incluso hizo un pequeño saltito).
Antes de seguir con el cuento, quiero hacer una mención aparte a mi compañera de trabajo: es una persona a la cual todo le parece re re re lindo (no usa otros adjetivos para describir situaciones o personas). Una conversación típica con ella sería:
“Y, que tal el finde?”
“Ahhh re re re lindo. Fuimos a patinar…” Y hace movimientos con las manos, como si estuviera esquiando, para que yo entienda lo que es patinar, supongo…
“Descansé, comí, la verdad, re re re lindo” Y pone una cara de extasiada, como si la situación la superara. Seamos realistas: es solo un fin de semana. Cuán lindo puede ser???
Y además, todos los días que entra a la oficina toca dos golpes en la puerta, abre y dice: “Soy yo!”
Si no me lo decías, ni me daba cuenta…
Volviendo al tema del blog, le contesto:
“Si, quien?”
“M, el que trabaja en la oficina de al lado”
“Ahhh si, un problema con ese chico: además de que pesa como 10 kilos menos que yo y que al lado de él parezco Cris Miró, tiene novia…”
“Si, pero yo ya averigüé y me parece que está todo mal, porque el otro día me fui caminando con él a la salida y le saqué información. Es la novia de la secundaria, esas cosas no duran, es así…”
La miré como quien para a mirar un accidente en el kilómetro 243 de la Ruta 2: nada que pueda hacer al respecto. Su nombre empezaba con M, y su apellido también: una tragedia inevitable…
En fin. Un día me lo cruzo en la fotocopiadora, y cruzamos dos palabras acerca de la vida en soledad (ambos nos habíamos mudado simultáneamente a Capital). Que me da fiaca limpiar, que básicamente el arroz con atún es un menú fijo y que es un embole lavar la ropa…Y hablamos de cuanto nos gustaba el cine, me preguntó si había ido al BAFICI, le dije que todavía no pero que quería ir… cosa que arreglamos para ir a ver una película en el Atlas Santa Fe el viernes a la tardecita.
Vimos la peli, todo bien, me acompañó hasta el subte y cada uno para su casa. El lunes te veo en la oficina…
Seguimos charlando mucho tiempo por MSN, desde oficina a oficina y de departamento a departamento. Fuimos otra vez al cine en Lavalle a la salida del laburo, y prácticamente la misma situación.
Una noche fuimos todos al cumple de una de las chicas del piso a un bar en Palermo. Yo había ido sola, el flaco llegó, hablamos un rato y cuando yo ya estaba emboladísima y por irme, me dice:
“No querés venir a ver una película a mi casa?”
MMMMM. Viernes, 4 de la mañana, llueve. No suena a una propuesta que un amigo te haría, a menos que tu amigo te quiera dar, no? Así que le dije:
“Depende qué película”
“Tengo un montón en DVD…”
“Bueno, dale…”
La cosa es que tomamos un taxi y fuimos. Llegamos al departamento: poster de The  Rolling Stones, colchón de dos plazas tirado en el piso, microondas al lado del colchón, los tirantes de la cama contra la ventana y el plasma en la pared. Pone la peli y me dice:
“Acostate”
“Acá?”
“Si”
“Ok”                                                                                                                                           
Y me acuesto. Y me tapa con la frazada. Y nos ponemos los dos a ver Black Dalia. Yo no entendía mucho, pero traté de esperar a ver que pasaba, tanto con mi situación como con la trama de la película. Y en un momento nos ponemos frente a frente y empezamos a hablar de la vida. Y me dice:
“Te parece si apago la peli?”
“Dale”
Y seguimos hablando y hablando, las caras frente a frente, a 10 centímetros de distancia. Y en un momento dice:
“Te parece si dormimos?”
“Ok”
Acá viene la parte interesante, pensé. Pero no. Se dio vuelta y se durmió. Literalmente. Hasta el otro día que nos levantamos temprano porque tenía que ir al psicólogo…
Y como lo más normal del mundo, nos despedimos hasta el lunes.
Me quedé pensando qué mierda había sido todo eso, no tenía mucha lógica que un flaco que tenía novia me invitara a su casa, me metiera en su cama y no me tocara ni un pelo…Es tímido? Es gay? Quiere ser mi amigo?
Tuve que esperar para descifrar la incógnita hasta dos semanas después…

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