domingo, 15 de mayo de 2011

El brasilero (parte II)

Terminaron las vacaciones, y seguí en contacto con el brasilero. Lo que empezó como un mail diario (tengo una carpeta en Hotmail con más de 50 conversaciones de mail) se transformó, progresivamente, en chat por MSN, avanzó en chat con camarita y finalizó en Skype. Todos los días hablando por Skype desde las 10 de la noche hasta las 2 de la mañana (si, hablo de días de semana, cuando al otro día tenés que madrugar…)

Era tanta la emoción que, en mi mente, yo tenía una relación con el brasilero. Venían mis amigas a casa y yo chateando, una enfermita.

En una de las tantas charlas, el flaco me dice:

“Si vivieras acá, podríamos tener algo más serio…”

Y entonces ahí empecé a caer: qué es lo que tengo con este flaco? Tengo algo? En que mierda estoy perdiendo el tiempo? Serio, evidentemente, no es. Es un chiste, una relación virtual.

Seguimos la charla y un día me dice:

“Tengo algo que contarte: estuve con una chica”

Trate de disimular mi cara de orto en la camarita, pero no sé si logré el cometido. Supongo que no, porque siguió:

“Se llama Johanna, estuvo bien. Aunque ella no tiene el culo tan firme como vos. O sea, tiene 21 años pero tu culo es más firme…”

HOLA! No soy tu amiga, flaco. Qué me importa la firmeza del orto de tu brasilera? Si yo estoy con alguien (más probable era que me ganara en Quini 6, que no sé ni cómo se juega, pero bueno, supongamos…), te voy a andar contando el tamaño de su miembro? Nah. No da.

“Mira, todo bien. Pero no necesito detalles…”

Quedó ahí. Semanas después, me dice:

“Ayer cumplí mi sueño: estuve con dos chicas juntas”

A ver, me parece que no nos estamos entendiendo: hace lo que quieras, pero no me cuentes!!!

No obstante todas estas conversaciones y mails, había planes de encontrarnos. Pero no era tan fácil como comprar un pasaje a Santa Clara del Mar: había que encontrar un punto geográfico en común y una fecha o feriado largo en que ambos estuviéramos libres. Primero quería venir al Oktoberfest conmigo (no way!), después hubo un intento de combinar un fin de semana largo en Uruguay. Pero mi emoción fue progresivamente decayendo y cuando finalmente llegó el momento de viajar, dije que por razones de trabajo no iba a poder. “Razones de trabajo” suena serio e importante, si no fuera porque en realidad trabajo para la Administración Pública…

Después dijo que podíamos coordinar las vacaciones juntos y que si me parecía bien que él viniera a Buenos Aires y se quedara en mi casa mientras yo trabajaba. Si, bárbaro! Era mi idea de unas buenas vacaciones… si querés también traete a la brasilera con celulitis, usen mi sommier y yo les cambio las sábanas y las toallas todas las mañanas.

Ahí definitivamente corté con la pelotudez. Dije que me iba con mis amigas de vacaciones y que el resto de los días me quedaba en mi casa cuidando el perro. Lo cual hice. Por lo menos el perro no me cuenta sus experiencias sexuales con sus perras y me hace creer que soy especial…

La cosa quedó estancada ahí, solamente le mandé un mail para ver si vivía después de la inundación que hubo en Brasil a principios de año, y un día en el laburo me lo encontré en el MSN. No pude contenerme, así que lo saludé. Y ahí me contó que estaba saliendo.

“Ahh que bien!”

“Adiviná con quien”

“Johanna?”

“No”

Capaz se estaba haciendo un tratamiento con ondas rusas para combatir la celulitis y ya 
calificaba como culo potable, que se yo…

“Y no sé”

“Mariana”

“Ahh la chica con la que salías antes de que nos conociéramos…”

“Si, nos dimos cuenta que nos extrañábamos y volvimos”

“Y hace cuanto salen”

“4 meses, porque?”

“Por curiosidad…”

Justo para la época que dejamos de chatear. Qué casualidad…

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